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¿De cuántos pisos se puede construir una casa contenedor?
LA ALTURA DE LAS CASAS CONTENEDORES VA A DEPENDER DEL VIENTO MÁS QUE DEL PESO
25 de agosto de 2025 – 13:12
En los últimos años, las llamadas “casas contenedor” pasaron de ser una rareza arquitectónica a convertirse en una alternativa real frente a la construcción tradicional. Su auge tuvo un doble impulso: primero, durante la pandemia, cuando muchos argentinos buscaron mudarse fuera de las grandes ciudades y necesitaban construcciones en cortos plazos. Luego, cuando Elon Musk, el fundador de SpaceX, confesó públicamente que vivía en una vivienda de este tipo, lo que volvió a ponerlas en el centro de la escena global.
“Surgen modelos alternativos a la construcción tradicional, y las casas contenedor llegaron para quedarse”, resume José Vives, CEO de Dice Containers, una firma especializada en este tipo de viviendas.
HASTA CUÁNTOS PISOS SE PUEDEN HACER
La pregunta más habitual entre quienes analizan esta opción es hasta dónde puede escalar la construcción. Según Vives, un contenedor marítimo -la estructura básica reciclada que se utiliza en estos proyectos- soporta apilarse hasta dos unidades sin intervención adicional. Sin embargo, en edificación, la variable clave no es el peso, sino el viento. “La altura máxima dependerá de la zona y la carga de viento que tenga el lugar, no es lo mismo una zona rural que una urbana con mayor resguardo”, explica.
COSTOS Y TIEMPOS
El atractivo principal de las casas contenedor sigue siendo su precio y velocidad. “Siempre resultan más económicas que la construcción tradicional. Un metro cuadrado arranca en unos US$750 y puede llegar a US$1000 con terminaciones de mayor calidad”, detalla el empresario. El tiempo de obra también es sensiblemente más corto: Dice Containers suele firmar contratos de 150 días, aunque la producción real de una vivienda es menor. Actualmente entregan aproximadamente una unidad por mes.
Vives señala que los clientes más interesados son aquellos que ya pasaron por la experiencia de una obra tradicional y buscan evitar los sobrecostos y demoras. “Para primera vivienda todavía cuesta un poco más la decisión, pero para quienes ya conocen los problemas de la construcción convencional, el cambio es más fácil”, sostiene.
Lo recomendable es no superponer más de dos containers apilados.
Hoy la demanda se concentra sobre todo en el Litoral, donde la firma ofrece cuatro modelos estandarizados que cumplen con los códigos urbanísticos y se pueden adquirir con financiación directa de fábrica o a través de créditos del Banco Hipotecario. Además, quienes cuentan con planos propios también pueden encargar un proyecto personalizado, aunque en esos casos el pago suele ser de contado. “El costo del metro cuadrado no cambia: lo que varía es el diseño”, aclara Vives.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE VIVIR EN CASAS CONTENEDORES: ¿VALE LA PENA LA INVERSIÓN?
Ahora bien, son muchos los que se preguntan si vale la pena comprar una casa que se utilizaba como contenedor y se convirtió en vivienda. En ese sentido, hay que enumerar cuáles son las ventajas de esta tecnología:
- Plazos cortos de entrega: pueden construirse y estar listas en seis meses o incluso menos.
- Economía: una casa estándar container de 90 m² se vende por US$65.381, en comparación con una casa tradicional de 170 m² que cuesta más del doble.
- Resistencia: hechas de acero, son preparadas para soportar inclemencias climáticas.
- Reciclaje: reducen la contaminación ambiental al dar un segundo uso a una estructura existente.
- Transportabilidad: pueden trasladarse a otro terreno si es necesario.
- Ampliabilidad: se pueden agregar otros módulos al original.
Las desventajas
Sin embargo, también hay desventajas a considerar:
- Diseño limitado: el comprador debe atenerse a las dimensiones del módulo, lo que puede restringir la personalización.
- Aislamiento: los contenedores requieren trabajo previo de adaptación para incluir las prestaciones necesarias de habitabilidad.
- Restricciones normativas: existen normativas que determinan las dimensiones y espacios que deben tener las viviendas en cada zona.
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Fuente: LA NACION